sábado, 17 de julio de 2010

FIB 2010. VIERNES.

Segunda jornada del FIB y apertura con olor a pop, del de verdad, del que está bien hecho. Y es que la Cola Jet Set no engañan a nadie: bonitas voces, estribillos edulcorados, coros bien dispuestos y 3 minutos de frenética canción. Disco a disco, acorde a acorde, guitarrazo a guitarrazo, el grupo barcelonés parece haber encontrado la quintaesencia del pop perfecto. Y es que quizás Felipe Fresón se ha enfundado el traje perfecto para la muestra de su talento. Tres cuartos de hora con la sonrisa en la boca y con un cierre memorable: "Al amanecer" de los Fresones Rebeldes, cerrandose el circulo que se abrió allá por el año 2000 cuando disfruté de mi primer Benicassim y, de la mano del disuelto grupo, vibré con la misma canción.
A continuación el escenario Fiberfib.com se pone serio. El público no permanece de pie, sino que prefiere acomodarse en el suelo para disfrutar de uno de los conciertos más elegantes de esta edición. Alondra Bentley, guitarra en mano, nos deleita con una actuación memorable, demostrando que las propuestas más íntimas pueden tener cabida en un festival como este. Con un acompañamiento de lujo formado por guitarra, ukelele, banjo, contrabajo, piano y trompeta, Alondra, algo tímida durante todo el concierto, pone sus cartas sobre la mesa. Y estas no son otras que un folk íntimo y muy bien hecho, y una voz firme y tremendamente emocionante. Momento folkie del FIB de este año.
A eso de las 8 el escenario Verde se llena de público español. Triángulo de Amor Bizarro han venido a presentar su último trabajo. Si soy sincero, núnca me ha encandilado el grupo gallego. Y no lo ha hecho ni por su música, ni por sus letras, ni, sobre todas las cosas, por su actitud. Así que, con estas premisas, asisto a su concierto desde el más sano escepticismo. Reconzco que el sonido es demoledor y que las guitarras gritan furiosas (debe haber por ahí algún que otro pedal RAT, me temo), pero siguen sin convencerme y eso que, lo juro, esta vez asistía despojado de prejucios. Plano, plano. Otra vez será.
Sr. Chinarro es un clásico. Y lo es por partida doble. En primer lugar por ser uno de los supervivientes de la primera hornada indie de principio de los 90. Y en segundo lugar por haber tocado en Benicassim unas 6 o 7 veces. Veteranos en esta plaza, como diría el propio Luque durante el concierto. Con un look barbado entre los Grandaddy y el Orson Welles de "Campanadas a medianoche" (con unos cuantos kilos menos, todo hay que decirlo) desgrana un concierto perfecto. Repasando (nuevos) clásicos de su discografía y centrándose, como es habitual, en su última trilogía, el sonido hace justicia al sevillano, que canta mejor que nunca. Una delicia.
A continuación me acerco al escenario verde. Julián Fernando Casablancas comparece para presentar su primer trabajo en solitario, al margen de The Strokes. Me acomodo, escucho y arrugo la frente. La banda viste las canciones con ciertos toques ochenteros y arreglos sintéticos tan del gusto del neoyorquino en los últimos tiempos, y ese tipo de sonido me deja frío, muy frio. Eso sí, cuando acomete grandes exitos de su banda madre ("Reptilia", "Hard to explain") el público enloquece. Y es que es hora de reivindicar los dos primeros trabajos de The Strokes. Con el tercero podemos entrar en debate, pero los dos primeros no tiene tacha. Eso sí, hubiera preferido ver al grupo americano, del que tan buen recuerdo guardo de su actuación en el mismo escenario en la edición de 2006. Aprobado raspado.
Una de las bandas que tenía apuntadas con lapiz rojo para el presente FIB eran Mumford and Sons. Los ingleses, aliados de Laura Marling y Noah and the whale, despliegan un concierto basado en la tradición folk, con cierta querencia americana. Y los instrumentos, al uso. A saber: guitarras acústicas, eléctricas, banjos, contrabajos, pianos, característicos juegos vocales y un bombo que el cantante toca a lo largo del desarrollo de la canción, manteniendo así la pulsión ritmica de la banda. Una propuesta que, sin descubrir nada nuevo, me deja un buen saber de boca.
Y a la una de la noche llega el plato fuerte del día. Personalmente el plato fuerte del festival. Y es que Vampire Weekend (junto con Standstill en el lado nacional) es una de las razones (probablemete la mayor de ellas) por las que estoy en tierras castelloneneses. La banda de Ezra Koening realiza una actuación impecable. No recuerdo un concierto en la que la sensación desde el minuto 1 hasta el 70, sea la de un tiroteo sin un sólo segundo de tregua. Abren con "Holiday" y el público estalla (estallamos). Afrontan "White Sky" y no pierdo ni un segundo en coger el teléfono y llamar a mi guapita para que escuche y entienda porque me pongo tan pesado con la banda de Nueva York (lástima, lo tiene en silencio). "A-punk" suena impecable, "Cape Cod Kwassa Kwassa" más africana que núnca, "M79" es un trallazo pop impresionante, "Run" frenética, el enlace "Campus"-"Oxford Comma" impagable. Y el bis con la tripleta "Horchata", "Mansard Roof" y "Walcott" un broche de oro para el, hasta ahora, mejor concierto del Festival. Pop, rock, punk, percusiones imaginativas, una banda engrasadísima y un carismático (y enérgico) vocalista hacen que disfrutar de Vampire Weekend en directo sea una experiencia chulísma. Un diez.
Empapado en sudor y después de beber de un trago una botella de medio litro de agua, me dirijo al escenario Fib Club para ver como Peter Hook afronta el impecable "Unknown Pleasures" de la que un días fue su banda, Joy Division. Musicalmente la banda mimetiza a la perfección el sonido oscuro de los de Manchester. Vocalmente el bueno de Hook se acerca al registro siniestro de Ian Curtis. Sin embargo, y a pesar de disfrutar de canciones como "She´s lost control" o "Transmission", la sensación que tengo es algo extraña. Acercar al FIB las canciones de la banda seminal inglesa es una deuda contraida con el festival y que hoy queda pagada. Pero el (difunto) carismático cantante es inimitable. Una (disfrutable, en todo caso) pena.

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