martes, 20 de julio de 2010

FIB 2010. DOMINGO.


Última jornada del FIB y apertura a lo grande: Standstill en el escenario Verde. Rodeados de ¿todos? los españoles del Festival, como diría a lo largo del concierto Enric Montefusco, los barceloneses, en extensa formación de lujo (trombón incluido), acometen un concierto memorable: 50 minutos de emoción a flor de piel, de guitarras dolorosas, de penas incurables. Abriendo el directo de manera impecable con una tripleta de oro puro formada por "Todos en píe (prefacio)", "El resplandor" y "La mirada de los mil metros", a lo largo del mismo no se echó en falta ningún clásico viejo o reciente de su discografía; "Adelante Bonaparte" suena intensa, "Cuando ella toca el piano" emociona, "1, 2, 3, sol" impresiona, "Feliz en tu día" duele. En fin, un concierto sin tacha, y, sobre todo, con un sonido que hoy sí (no tanto en el Primavera Sound) les hace justicia. El mejor directo nacional de esta edición.
The Courteeners son una banda de Manchester apadrinada por Morrissey y con un disco producido por Stephen Street (busquen en los primeros discos en solitarios del líder de The Smiths). Buenas credenciales que hacen que tenga curiosidad por verlos sobre el escenario. Les doy 3 canciones, pero el mi veredicto es claro: culpables. Su actitud sobre el escenario, al más puro estilo pop británico de manual y su falta de buenas canciones, hace que me aburra soberanamente y emigre a otro escenario en busca de mejor fortuna (leasé exactamente lo mismo en relación a Two Door Cinema Club y Foals).
En el escenario Fib Club comparecen Marcus Doo and the secret family. Se trata de un interesante dúo de escocés con española, basado en cierto tono folkie, que conjugan bonitas voces con arreglos cuidadosamente elegidos para cada canción. Me hacen pasar un buen rato mientras el sol se recoge.
Tras los desencantos de Two Door Cinema Club y Foals (leasé más arriba), la siguiente estación es Parade. En formato de cuarteto, el murciano Antonio Galvañ ofrece el concierto más divertido del presente FIB. Cantos a brujas, niños zombies, astrónomos melancólicos, científicos locos, y todo ello con una fina vestimenta en forma de pop de alta escuela. Una lectura fresca y original de la canción de 3 minutos. Para quitarse el sombrero.
A eso de las 12 de la noche el escenario Fiberfib.com ya presenta una numerosa afluencia para ver a un clásico por estos lares. Y es que siempre es un placer asistir a un concerto de Echo and the Bunnymen. Con un Ian MacCulloch por el que no pasan los años, y con una voz que a mí, personalmente, sigue emocionándome como el primer día, realizan un impecable concierto de grandes existos. Y de estos tienen unos cuantos. Destacan "Lips like sugar", siempre efectiva, y una impagable "The killing moon" con una lune creciente (o era menguante) sobre el negro cielo de Benicassim.
Y la última parada de esta edición corre a cargo de las grandes estrellas del Festival. Gorillaz la lían gorda en el escenario Verde. Damon Albarn, en su proyecto más ecléctico y abierto tanto en lo musical como en lo personal, trae consigo un verdadero espectáculo: montaje mastodóntico con pantalla al fondo del escenario con proyecciones contínuas, big band de numerosos miembros, grupo de cuerdas, estrellas invitadas (De la Soul, entre otros, pero no Lou Reed; supongo que esto no es Glastonbury), y un sonido cuasiperfecto. Alrededor de hora y media de pop, rock, soul, y hip hop en una batidora apabullante. Sin embargo, y probablemente por su excesivo eclecticismo, ofrecen, para mí humilde gusto, demasiada dispersión y, más allá de lo disfrutable que pueda ser el concierto como show, no terminan de engancharme. Experiencia curiosa, eso sí, como epílogo de mi 11º FIB.

domingo, 18 de julio de 2010

FIB 2010. SÁBADO.

Tercera jornada del FIB. El cansancio empieza a notarse en las piernas y nada mejor para combatirlo que con la apertura del escenario Fiberfib.com a cargo de los barceloneses Cuchillo. Psicodelia en clave folk por el dúo de guitarra y batería, que, apoyándose en pedales de samplers que lanzaban al aire drones de voces y acordes varios, consigue crear una atmósfera brumosa muy interesante. Centrándose en su (magnífico, por hipnótico y original) disco de debut, no se me ocurre mejor música que escuchar cuando el sol inicia su viaje de vuelta a casa. De lo mejor hasta ahora.
A continuación, el escocés (de Edimburgo para más señas, qué recuerdos) Aaron Wright (fisicamente el clon de Nacho Vegas de esta edición) comparece en el escenario Fib Club, y se hace acompañar por una banda de lujo, con cuarteto de cuerda incluido, que acentúa un majestuoso sonido que deambula entre la canción de autor, el folk y cierto regusto de soul blanco. Bonito.
Si hay algún grupo en el cartel del FIB de este año capaz de enlazar estribillos y guitarras y abrir el baúl de los recuerdos indies de los 90, estos son los irlandeses Ash. Congregando a un gran número de seguidores (británicos en su mayoría, of course) en torno al escenario Verde, van dejando caer grandes existos con canciones nuevas y, es precisamente con estas últimas con las que ponen de manifiesto que cualquier tiempo pasado fue mejor. Se hace tedioso, la pereza hace acto de presencia y, finalmente, consiguen aburrirme. Música de otro tiempo. En fin.
A eso de las 9 de la noche la cita es con otro de los nombres marcados en mi agenda particular. Jonston presentan "Taller de memoria", su nuevo disco, que, si bien para el que esto suscribe está medio escalon por debajo de su album de debut, es uno de los grandes conjuntos de canciones de los que llevamos de año. Con una banda muy solvente (y muy guitarrera, por cierto) suenan frescos y consiguen encantarme con temas como "Taller de memoria", "El cuentacuentos" o "Telefonoh".
The Sunday Drivers tocan por última vez. El de esta noche es su concierto de despedida. Consiguen aglutinar frente a sí a un numerosísimo público español y realizan un concierto al gusto de la gran masa. Suenan bien y mantienen una actitud absolutamente profesional, pero me aburren soberanamente como, por otra parte, siempre han hecho, tanto en disco como en directo. Fins aviat!
Son las 11 de la noche y los ingleses de The Clientele están sobre el escenario. Es uno de esos pequeños-grandes grupos que núnca me han defraudado, ni en las grabaciones ni en el directo. Folk exquisito, pop de autor, melancolía a raudales. Un grupo muy emocial y muy emocionante. Centrándose en su estupendo último trabajo, consiguen centrar la atención del selecto respetable con un sonido nítido y cristalino y ponen broche a su actuación con muy personales versiones de TV Personalities y Alex Chilton.
Después de ciertos problemos (Bigott dixit) con un molesto acople, la banda de Borja Laudo, bajo la dirección del bueno de Paco Loco, me hace pasar una horita absolutamente memorable. ¿Folk? ¿Canción de autor desquiciada? ¿Tropicalismo? Nada y todo, todo y nada. Segunda vez que veo al aragonés y segundo tiro en el blanco. "She´s my man", "Dead mum walking", "The party" y una magnifica "Cool single wedding" son lo mejor de la noche. Puerta grande y absoluta realidad la de este genio...

sábado, 17 de julio de 2010

FIB 2010. VIERNES.

Segunda jornada del FIB y apertura con olor a pop, del de verdad, del que está bien hecho. Y es que la Cola Jet Set no engañan a nadie: bonitas voces, estribillos edulcorados, coros bien dispuestos y 3 minutos de frenética canción. Disco a disco, acorde a acorde, guitarrazo a guitarrazo, el grupo barcelonés parece haber encontrado la quintaesencia del pop perfecto. Y es que quizás Felipe Fresón se ha enfundado el traje perfecto para la muestra de su talento. Tres cuartos de hora con la sonrisa en la boca y con un cierre memorable: "Al amanecer" de los Fresones Rebeldes, cerrandose el circulo que se abrió allá por el año 2000 cuando disfruté de mi primer Benicassim y, de la mano del disuelto grupo, vibré con la misma canción.
A continuación el escenario Fiberfib.com se pone serio. El público no permanece de pie, sino que prefiere acomodarse en el suelo para disfrutar de uno de los conciertos más elegantes de esta edición. Alondra Bentley, guitarra en mano, nos deleita con una actuación memorable, demostrando que las propuestas más íntimas pueden tener cabida en un festival como este. Con un acompañamiento de lujo formado por guitarra, ukelele, banjo, contrabajo, piano y trompeta, Alondra, algo tímida durante todo el concierto, pone sus cartas sobre la mesa. Y estas no son otras que un folk íntimo y muy bien hecho, y una voz firme y tremendamente emocionante. Momento folkie del FIB de este año.
A eso de las 8 el escenario Verde se llena de público español. Triángulo de Amor Bizarro han venido a presentar su último trabajo. Si soy sincero, núnca me ha encandilado el grupo gallego. Y no lo ha hecho ni por su música, ni por sus letras, ni, sobre todas las cosas, por su actitud. Así que, con estas premisas, asisto a su concierto desde el más sano escepticismo. Reconzco que el sonido es demoledor y que las guitarras gritan furiosas (debe haber por ahí algún que otro pedal RAT, me temo), pero siguen sin convencerme y eso que, lo juro, esta vez asistía despojado de prejucios. Plano, plano. Otra vez será.
Sr. Chinarro es un clásico. Y lo es por partida doble. En primer lugar por ser uno de los supervivientes de la primera hornada indie de principio de los 90. Y en segundo lugar por haber tocado en Benicassim unas 6 o 7 veces. Veteranos en esta plaza, como diría el propio Luque durante el concierto. Con un look barbado entre los Grandaddy y el Orson Welles de "Campanadas a medianoche" (con unos cuantos kilos menos, todo hay que decirlo) desgrana un concierto perfecto. Repasando (nuevos) clásicos de su discografía y centrándose, como es habitual, en su última trilogía, el sonido hace justicia al sevillano, que canta mejor que nunca. Una delicia.
A continuación me acerco al escenario verde. Julián Fernando Casablancas comparece para presentar su primer trabajo en solitario, al margen de The Strokes. Me acomodo, escucho y arrugo la frente. La banda viste las canciones con ciertos toques ochenteros y arreglos sintéticos tan del gusto del neoyorquino en los últimos tiempos, y ese tipo de sonido me deja frío, muy frio. Eso sí, cuando acomete grandes exitos de su banda madre ("Reptilia", "Hard to explain") el público enloquece. Y es que es hora de reivindicar los dos primeros trabajos de The Strokes. Con el tercero podemos entrar en debate, pero los dos primeros no tiene tacha. Eso sí, hubiera preferido ver al grupo americano, del que tan buen recuerdo guardo de su actuación en el mismo escenario en la edición de 2006. Aprobado raspado.
Una de las bandas que tenía apuntadas con lapiz rojo para el presente FIB eran Mumford and Sons. Los ingleses, aliados de Laura Marling y Noah and the whale, despliegan un concierto basado en la tradición folk, con cierta querencia americana. Y los instrumentos, al uso. A saber: guitarras acústicas, eléctricas, banjos, contrabajos, pianos, característicos juegos vocales y un bombo que el cantante toca a lo largo del desarrollo de la canción, manteniendo así la pulsión ritmica de la banda. Una propuesta que, sin descubrir nada nuevo, me deja un buen saber de boca.
Y a la una de la noche llega el plato fuerte del día. Personalmente el plato fuerte del festival. Y es que Vampire Weekend (junto con Standstill en el lado nacional) es una de las razones (probablemete la mayor de ellas) por las que estoy en tierras castelloneneses. La banda de Ezra Koening realiza una actuación impecable. No recuerdo un concierto en la que la sensación desde el minuto 1 hasta el 70, sea la de un tiroteo sin un sólo segundo de tregua. Abren con "Holiday" y el público estalla (estallamos). Afrontan "White Sky" y no pierdo ni un segundo en coger el teléfono y llamar a mi guapita para que escuche y entienda porque me pongo tan pesado con la banda de Nueva York (lástima, lo tiene en silencio). "A-punk" suena impecable, "Cape Cod Kwassa Kwassa" más africana que núnca, "M79" es un trallazo pop impresionante, "Run" frenética, el enlace "Campus"-"Oxford Comma" impagable. Y el bis con la tripleta "Horchata", "Mansard Roof" y "Walcott" un broche de oro para el, hasta ahora, mejor concierto del Festival. Pop, rock, punk, percusiones imaginativas, una banda engrasadísima y un carismático (y enérgico) vocalista hacen que disfrutar de Vampire Weekend en directo sea una experiencia chulísma. Un diez.
Empapado en sudor y después de beber de un trago una botella de medio litro de agua, me dirijo al escenario Fib Club para ver como Peter Hook afronta el impecable "Unknown Pleasures" de la que un días fue su banda, Joy Division. Musicalmente la banda mimetiza a la perfección el sonido oscuro de los de Manchester. Vocalmente el bueno de Hook se acerca al registro siniestro de Ian Curtis. Sin embargo, y a pesar de disfrutar de canciones como "She´s lost control" o "Transmission", la sensación que tengo es algo extraña. Acercar al FIB las canciones de la banda seminal inglesa es una deuda contraida con el festival y que hoy queda pagada. Pero el (difunto) carismático cantante es inimitable. Una (disfrutable, en todo caso) pena.

viernes, 16 de julio de 2010

FIB 2010. JUEVES.

Primera jornada del Festival Internacional de Benicassim y primera impresión (al principio de la misma, certeza al final): este año hay menos gente. La crisis, el festival de Glastonbury, un cartel (a priori) menor...No lo sé, pero el hecho es que ayer jueves se podía deambular por el recinto con relativa tranquilidad y, sobre todo, se podía disfrutar de los conciertos sin abogios ni incómodos empujones y/o pisotones. Una ventaja impagable, la verdad. Y la primera parada en mi agenda son los madrileños Cohete que a las 7:30 comparecen en el escenario Fiberfib.com. De nuevo, del mismo modo que en el Primavera Sound, un concierto maravillosamente eficaz. Las guitarras limpias, las mordaces letras, los expresivos metales, las voces a dos bandas. Espero ansiosamente su nuevo disco, del que, presumiblemente cayeron unas cuantas canciones.
La siguiente estación es el escenario Verde. Un viejo héroe del indie nacional (aunque él es inglés), Andy Jarman, lidera Southern Arts Society. El sonido es impecable, pero su propuesta me parece a día de hoy algo trasnochada, e irremediablemente me aburro y pierdo mi mirada de aquí para allá (en uno de esos requiebros consigo ver al director de "El Séptimo Vicio" de Radio 3, el señor Javier Tolentino: a cuadrarse!).
A eso de las 9 de la noche salen a escena uno de los platos fuertes de la jornada para quien esto escribe. Abel Hernández, bajo la piel de El Hijo, acompañado de una originalísima formación de percusión (de todo, y digo absolutamente todo, tipo), guitarra eléctrica ingeniosa buscando tanto la calma arpegiada como el ruido ilimitado, guitarra española, teclados y la inconfundible voz del madrileño. Dando una nueva vuelta de tuerca a su repertorio antiguo y, sobre todo, releyendo su último disco "Madrileña" en clave de folk raramente arreglado, nos obsequian con más de una hora de música tremendamente bella, que yo observo en total silencio desde la platea, aunandose en mí sentimientos que van desde la admiración más rotunda a la envídia más (in)sana. Para quitarse el sombrero.
Después de cerrar mi boca abierta (de asombro, por descontado) durante 60 minutos, me dirijo al escenario Verde. "La hijísima", Charlotte Gainsbourg, muy delgada, enfundada en blusa blanca y cuero negro, y con un aire entre tímido y distante, presenta su nuevo disco, acompañada de una bando solvente, pero que, por momentos, sobre todo en las canciones más rockeras, me da la sensación de tener ciertos aires AOR (esas guitarras pesadas, pesadas). No obstante no puedo evitar cierta sensación especial (algo fetichista, si quieren) al tener delante de mis narices al retoño de Monsieur Gainsbourg y Mrs. Birkin, a la vez inolvidable protagonista de "Anticristo", y a más a más, de mi queridísima (tú sabes porque) "La ciencia del sueño" (hay días en que aún me siento como Gael García Bernal en aquella fantástica película de Gondry). Las canciones en francés, con ese acento tan sensual, y, sobre todo, las versiones de su padre, con el Melody Nelson de por medio, irrepetibles. Momento FIB histórico.
Y a continuación otro momento histórico. En el FIB he podido disfrutar de tótems absolutos como Alex Chilton, Donovan, Lou Reed, Morrissey, Leonard Cohen, Brian Wilson. Y a la espera de David Bowie y Neil Young (que dicen que pronto caerán) faltaba el líder de The Kinks. Y el concierto fue un conciertazo. Y es que si caen hits como "All the day and all the night","Victoria", "You really got me", "Lola" o "Too much on my mind" (de mi queridísmo "Face to face") nada puede salir mal. Ray Davies, enfundado en americana y pantalones pitillo, demostró a sus 66 años estar en plena forma, tanto física como musical, y en 90 minutos reivindicó su posición como padrino del pop inglés, y demostrando en cada guitarrazo y en cada inflexión de la voz que a sus(presuntos) alumnos les falta aún mucho camino por recorrer. Un diez.
Sin tiempo que perder me dirijo al escenario Fib Club. Dirty Projectors están ya sobre el escenario. Únicamente llego a los últimos 20 minutos de actuación y lo lamento profundamente, ya que la banda de Brooklyn se me antoja como una suerte de Vampire Weekend en versión avant garde. Guitarras afiladas, coros angelicales, requiebros vocales fantásticos. La vanguardia neoyorquina en ebullición y, sin duda, una de las bandas más arriesgadas y especiales del cartel de este año. A falta de los vampiros, claros. Pero eso será mañana...

viernes, 9 de julio de 2010

VERDADES COMO PUÑOS
"Bob Dylan dijo una vez que ya de joven era consciente en secreto de su destino. Me gustaría poder decir lo mismo, pero núnca lo fui. Lo único que sentía era desesperación y un total y absoluto desconcierto: mala combinación, muy mala. No tenía ni idea de que cojones estaba haciendo, y si lo hacía era sólo por no saber qué otra cosa hacer. La música era lo único que me apasionaba, y era una pasión que cada día se hacía más fuerte. Pero no tenía ni idea de qué podría salir de ella."

Mark Oliver Everett "Cosas que los nietos deberían saber"

EELS "NOVOCAINE FOR THE SOUL"

martes, 6 de julio de 2010

EPILÉPTICO. LA ASCENSIÓN DEL GRAN MAL.
Acercarse a "Epiléptico. La Ascensión del Gran Mal" sin protección alguna, puede ser una acción no exenta de riesgo. Y es que uno puede encontrarse ante el peligro real de que le salte a la cara y le arranque algún miembro facial. O, peor aún, que se le cuele por algún orificio y se instale de manera permanente en el cerebro. Y es que la obra maestra del francés David B. produce sensaciones contrapuestas. Duele y sana. Sana y duele. Pero, en todo caso, su lectura es una experiencia absolutamente recomendable, imprescindible, diría yo. Casi 400 páginas con cierto trazo naif y con un acertado dibujo en blanco y negro (que lo emparenta con "Persépolis", otro gran comic del que hablaré proximamente), que consigue plasmar el especial universo que rodea a la narración, haciendo que la realidad establezca, plancha a plancha, una lucha feroz con el mundo onírico de su autor. Y esto no hace sino incrementar las numerosas sensaciones que afloran al sumergirse de lleno en esta novela gráfica. Contada en primera persona por su autor, la obra cuenta con un único e indiscutible protagonista: la epilepsia. Y es que "Epileptico" no es sino la autobiografía de una enfermedad terrible, la del hermano de David B. y la lucha que toda su familia (sus padres, su hermana pequeña y sus dos protagonistas) acomenten para intentar detenerla. Denso y con un sentido del ritmo insuperable, el cómic se desarrolla de forma impecable, sazonando con anecdotas personales y ciertas referencia culturales las páginas del mismo. Una sensibilidad extrema, una peculiar forma de contar un verdadero drama, la impotencia y la frustración como plato único diario, las ganas de acabar con todo, el miedo a vivir, el terror a dejar de hacerlo y, sobre todo, el amor. El amor filial, el amor fraternal, el amor en definitiva. Y como este amor se somete a varias pruebas diarias (tantas como ataques epilépticos tiene Jean-Christophe a lo largo del día), y como a veces resiste, otras veces no tanto, y otras muchas se ahoga en un mar de lagrimas y de dolor inaguantable. Una verdadera obra de arte que hace que el corazón se te encoja y el nudo en la garganta no te permita articular palabra.