lunes, 7 de junio de 2010

PRIMAVERA SOUND 2010. DOMINGO.

Llega el domingo. Después de haber dormido profundamente es hora de recapitular. Es el momento de reordenar las ideas y de empezar a acomodar sentimientos y sensaciones que, la magnífica edición del Primavera de este año, ha ido dejando por las paredes de la memoria. Pero antes de eso hay que hacer parada en otra cita ineludible, en otro de esos momentos marcados y subrayados. Son las 4 de la tarde, es la hora de la siesta, hace un calor de mil demonios. Sin embargo todo queda profundamente amortiguado a la sombra de los grandes árboles que pueblan el Parc Joan Miró y, sobre todo, al frescor que desprenden las canciones de Mc Enroe. Ya a eso de las 3 y media, la prueba de sonido va acercando al público que, perezosamente, va tomando asiento y posicionandose para ver la actuación. Y a la hora marcada comienza el lento y, por momentos, doloroso, via crucis de la música de los de Getxo. Profundizando en su maravilloso nuevo disco (mejor disco nacional de 2009?) y enlazandolo con arrebatadores momentos escogidos de su disco anterior, las guitarras a ratos rugen, a ratos acarician, a ratos duelen, a ratos curan, y todo ello presidido por la voz de Ricardo, entre vaga y agonizante, y con ciertos momentos rabiosos que no hacen sino constatar que Mc Enroe, hoy por hoy, es el grupo más emocional y más emocionante del panorama actual. El epílogo del festival ha merecido la pena. Magníficos.

MCENROE "EL ALCE"

viernes, 4 de junio de 2010

PRIMAVERA SOUND 2010.SÁBADO.

La última jornada del festival llego con las pilas a tope. He descansado bien y el día se me antoja espectacular. En el Parc del Forum se dan cita unos cuantos nombres habituales en mi equipo de música en los últimos tiempos. Y el primero de ellos es Bigott . Son las 5 de la tarde y el sol brilla con toda su fuerza. La gente, poco a poco, se va acercando al escenario Vice. Y el bueno de Borja Laudo, acompañado de su guitarra, de su ironía, y de su permanente sentido del humor, desgrana su último trabajo de forma tan eficaz que, por momentos, me parece que supera al disco de estudio. Con una banda de lujo (capitaneados por el maestro Paco Loco) y con una riqueza instrumental que no hace sino mostrar todos y cada uno de los matices (que son muchos) de las composiciones (a ratos cuerdas a ratos locas de remate) del genio aragonés, asisto durante 45 minutos, a una muestra de talento desbordante. Y un final apoteósico con una versión made in Bigott del "Dancing in the dark" de Bruce Springsteen me parece una fantástica forma de acabar un concierto.

A continuación me dirijo al Auditori. Quiero asegurarme un buen sitio para la actuación del gran Van Dyke Parks. Ante mi sorpresa no me encuentro cola y accedo directamente a la platea. Allí me encuentro con Clare and the reasons, una propuesta venida de las Américas con un sentido muy fino y estilizado de la música. Cuerdas, metales, vientos, una guitarra acústica y una voz que transita a caballo entre el jazz vocal más clásico y el folk de tradición yanqui de sangre indie. Con un sonido impecable (el Auditori es así; eso está garantizado) me parece una propuesta más que interesante. A seguir.

Con el apoyo de parte de los músicos de Clare and the reasons sale a escena Van Dyke Parks, leyenda viva de la música norteamericana de los últimos 50 años. Al verlo no puedo dejar de pensar en la tortuosa historia The Beach Boys y Brian Wilson, y, especialmente, en la epopeya que supuso la gestación y (frustrada) grabación del mítico "Smile". Este señor, con pinta de abuelo venerable que cuenta historias al calor del fuego, es el autor de todas las letras del referido album, por lo que, al tenerlo delante de mí, no puedo evitar que se me erice el vello y que me reconforte pensar que voy a disfrutar de su música en directo. Con una cuidada presentación y un formato de cámara, Van Dyke se adentra en las profundidades de sus composiciones (explicando detalladamente su origen, su razón de ser y hasta sus motivaciones) con una temática que va desde los viajes en barco, a la tragedia del Prestige o las relaciones con su mujer. Además hace interesantes paradas en la música tradicional de su país y en el Tin Pan Alley de finales del siglo XIX y principios del XX. Una enciclopedia musical viva. Con continuos agradecimientos a la organización del festival y al público asistente, se despide después de más de una hora, y todos quedamos con la sensación de haber estado presentes en uno de los momentos históricos del Primavera Sound. Gracias a tí, Van Dyke Parks.

Todavía con el buen sabor de boca del concierto anterior la cita ahora está en el escenario Vice. No hay tiempo que perder. Allí tocan The Bundles, un supergrupo surgido de las cavernas del anti-folk americano, con Jeffrey Lewis y Kimya Dawson como principales artífices. La ausencia por motivos personales de esta última resta un poco de interés a la actuación. Aún así, disfruto, sentado en una de las nuevas gradas laterales de este escenario, de un concierto que oscila entre el desorden propio de sus autores y cierta candidez naif.

A continuación otro de los platos fuertes del día. Standstill en el escenario Adidas. Como me gusta esta banda. La gran sorpresa en directo del festival. Con un sonido nítido y claro (aunque algo bajo de volúmen, todo hay que decirlo) hacen estación en su interesante nuevo trabajo, con parada en el impagable "Adelante Bonaparte II", y, sobre todo, en sus grandes canciones (de estas andan sobrados) de sus dos trabajos anteriores en castellano. Destacan sobremanera "1, 2, 3, sol" (increible intensidad) o la emocionante "Feliz en tu día". Muy grandes.

Y llegan las diez de la noche. Grizzly Bear comparecen en el escenario Ray Ban que, cinco minutos antes de la actuación, ya se encuentra abarrotado. Consigo hacerme un hueco y posicionarme en un lugar de lujo. La banda de Brookyn suena genial. Absolutamente genial. Me maravilla como cuatro tíos (sólo cuatro tíos) son capaces de llevar al directo de forma tan solvente, un disco tan cargado de arreglos y matices como "Veckatimest". La banda suena muy seria y muy compacta, consiguiendo un sonido muy psicodélico y acercando, de este modo, las nuevas canciones a las antiguas composiciones. Por el camino alternan pianos, aderezados con guitarras, a veces calmas, otra veces furiosas, detalles de omnichord o guiños folkies por medio del autoharp. Pero, sobre todo, es la sección rítmica lo que da a su directo un nivel superior. Impresionante. Y que decir de los coros. No sólo respetan lo grabado en el disco, sino que van mucho más allá. Todo un señor concierto.

Finalizado el oso me esperan Buitl to Spill en el ATP. Consigo un sitio excepcional en la grada y, nada más llegar, me sorprende que la colocación de los instrumentos y las pruebas pertinentes las hagan los propios músicos. La banda americana no entiende de divismos. Buena señal. Con ciertos problemas de sonido entre canción y canción, la actuación se despliega perezosamente y no veo a Doug Martsch especialmente cómodo. Eso sí, el sonido es espectacular, y la puesta en escena, con tres guitarras, por momentos muy neilyoungdianas (sic), impresiona. Como punto negativo: una sóla parada en su magnífico último disco. ¿Será que al bueno de Doug no le gusta?. Quién sabe, cosas de genios.

Y para acabar con una edición realmente fantástica del Primavera Sound, que mejor que hacerlo con ZA!. "Macumba o muerte" es su último trabajo. Y elijas macumba o elijas muerte puedes prepararte para entrar en una rueda de sensaciones que ván mucho más allá de lo estrictamente musical. El duo no toca música, la vive. Y la vive hasta la extenuación y contagia esa actitud a un público entregado, consiguiendo que la interacción con el mismo forme parte del concierto (algún Manos de Topo podría hablar de esto largo y tendido). Increible. La batería enloquecida, las percusiones africanas, el ruido blanco de la guitarra, las cuerdas rotas, las trompetas desquiciadas, los sonidos guturales mezclados con efectos varios. Todo ello crea una suerte de mantra hipnótico que hace que, por momentos, pierdas la cabeza. Un concierto de ZA! es una experiencia única e irrepetible. No se me ocurre mejor forma de acabar un festival. Menudos locos cariocos.

GRIZZLY BEAR "SOUTHERN POINT"

miércoles, 2 de junio de 2010

PRIMAVERA SOUND 2010. VIERNES.

Llego temprano al recinto del Parc del Forum. No quiero perderme a Owen Pallett en el Auditori. Para mí, su concierto está señalado con lapiz rojo. Primera sorpresa: la cola da la vuelta alrededor del edificio. Tras esperar pacientemente logro acceder a tiempo y consigo una butaca preferencial. El amigo Pallett, secundado por un imaginativo músico a la guitarra y a las percusiones, desgrana, con la ayuda de su violin, un teclado y pedales secuenciadores, las canciones de su magnífico último disco, con paradas necesarias en sus dos anteriores. Por momentos cualquiera diría que hay una orquesta sinfónica secundado al canadiense. Pero no. A pesar de las dificultades técnicas que esto puede repararle, consigue crear un sonido y un ambiente únicos y su concierto cumple con mis expectativas. Muy, muy interesante.

Me dirigo al escenario Vice. Allí me esperan los madrileños Cohete, una de las grandes sorpresas de la temporada pasada. Presentan su primer disco (¿será el disco en castellano que más he oído en los últimos 4 meses?) y algúna que otra nueva canción que, no sólo parece estar al nivel de las viejas, sino que, por momentos las supera. Muy divertidos, frescos y con un magnífico sonido, las ingeniosas letras del grupo (que, curiosamente, en directo se entienden mucho mejor que en el disco) calan en un público que, perezosamente, se va acercando al escenario. Sonrisa en la boca constato que estamos ante una realidad patente en el panorama nacional.

Sin tiempo que perder voy camino del Auditori. Low van a desgranar, canción a canción, uno de sus mejores discos, "The great destroyer", aquel (leve, levísimo) giro al pop del grupo de Duluth con la (por entonces muy de moda) producción de Dave Fridmann. Desde que supe la presencia del grupo americano en la presente edición del Primavera Sound, he tenido sueños húmedos con este momento. La cola, de nuevo, es impresionante. Consigo acceder, acomodarme en mi asiento y disfrutar. Porque sí, esa es la palabra, disfrutar. Un verdadero deleite para los sentidos. El trío toca, por el mismo orden que en el disco y sin decir una sóla palabra hasta la penúltima pieza, todas y cada una de las pequeñas obras maestras de aquel trabajo. La acitud matemática de Mimi Parker a la percusión, la corrección instrumental de Steve Garrington al bajo, y el control y la modulación del volumen, la intensidad y la emoción de la guitarra y de la voz de Alan Sparkawk impresionan. Este tío es muy, muy grande, de verdad. Sensibilidad a flor de piel en piezas como "California", "When I go deaf", y, sobre todo, en mi favorita "Death of a salesman". Momento Primavera irrepetible. Lo del Auditori no tiene precio.

Después del shock, me dirijo, de nuevo, al escenario Vice. Allí tocan Yo la tengo disfrazados de grupo garagero interpretando versiones de clásicos de los 60 y 70, bajo la careta de Condo Fucks. Siempre es un placer volver a ver al grupo de Hoboken, pero el concierto me deja algo frío. Un sonido algo plano y pocos matices en la interpretación, pero, aún así todo perdonable, of course.

Teen dream se va a convertir en un pequeño clásico del indie contemporaneo. Y sí no, al tiempo. De aquí a 10 años lo interpretaran de pé a pá en el Auditori. Y es que Beach House son toda una realidad. Esta es su temporada y el escenario ATP así lo cerciora: no cabe un sólo alma. Consigo llegar justo al inicio del concierto, situandome de pie al final de la grada del mismo. El sonido es impecable. El dúo de Baltimore, con la ayuda de un excelente e imaginativo batería, consigue emocionarme. La presencia de este tercer miembro hace que la actuación sea realmente orgánica y la nitidez y el ambiente creado sean insuperables. Uno de los conciertos del festival.

Sin tiempo que perder me dirijo al escenario grande. Allí espera otra de las citas ineludibles del festival. Un clásico contempóraneo: Wilco. Moviéndome entre la masa cual lagartija escurridiza, consigo hacerme con un sitio más que digno (teniendo en cuenta que llego 5 minutos antes del inicio y que la esplanada está abarrotada) y espero. Comienzan con "Wilco (the song)" y con graves problemas de sonido que, son salvados, al instante, por un Jeff Tweedy con unas tablas sobre el escenario dignas de admirar. Y así, van picando allí y allá sobre su vasta discografía. Y en los momentos sublimes llegan a emocionarme. Leasé "Jesus, etc.", "A shot in the arm", "Via Chicago". Me llama mucho la atención las pocas paradas que hacen en sus dos últimos discos (más teniendo en cuenta que el último es el que están presentando), pero esto no hace más que confirmarme que, a la par que han ganado en profesionalidad y actitud sobre el escenario (¿la más grande banda de rock en directo actualmente?), el bueno de Jeff y sus secuaces han mermado artísticamente en el estudio (Jay, where are you?, I miss you so much).
Después de los 90 minutos de Wilco toca desengrasar. Y que mejor que hacerlo con el bueno de Panda Bear. La verdad es que tenía muchas expectativas puestas en el concierto del miembro del colectivo animal. Primero porque su disco "Person pitch" me pareció, me parece y me parecerá una pasada (The Beach Boys meets Kraftwerk?), y segundo porque soy fan incondicional de todo lo que huela a Animal Collective. Sin embargo, Noah Lennox nos sorprende a todos con un set de canciones nuevas (tan sólo una parada en su disco de debut) y con una puesta en escena un tanto fría, apalancando tras sintetizadores y con la guitarra en ristre. Supongo que como experiencia psicodelica, ayudada en parte por las imagenes que se iban proyectando, sería muy interesante. Pero el cansancio se manifiesta y no le pillo el truco. Otra vez será.

De nuevo al escenario San Miguel. Los Pixies es otro de los nombres gordos del cartel. Ya tuve la oportunidad de verlos en una accidentada actuación en el FIB de 2006, con parada de 20 minutos de por medio por avalanchas constantes por parte del público de las primeras filas, y, quizás por ello, les tenía muchas ganas. Quería ver un señor concierto del tirón. Y esta vez no defraudan. 90 minutos de pequeños clásicos del indie americano de finales de los 80 y principios de los 90. Grupo seminal donde los haya. Se puede pensar que es muy fácil mantener una actuación con un repertorio tan sólido y, sobre todo, con canciones tan, tan buenas, pero el movimiento se demuestra andando. Y los Pixies lo demuestran, vaya que sí lo demuestran. Frank Black, tan arisco y distante como de costumbre, canta como núnca y el grupo se muestra muy engrasado. El inicio con "Cecilia Ann" y el cierre con "Where is my mind?" impagables. Por medio paradas en todos sus discos, disfrutando de grandes temas como "Debaser", "Monkey gone to Heaven" o (sorpresa, sorpresa) "Velouria". Echo el cierre a eso de las 3 de la mañana. Otra vez la sensación de felicidad inevitable. Otra vez la sonrisa en la cara. Que gran Primavera por Dios...

martes, 1 de junio de 2010

PRIMAVERA SOUND 2010. JUEVES.

Llego al recinto para recoger la pulsera. Hago cola. Entro al recinto y me dispongo a sacar tickets de bebidas. Hago cola. Primera impresión: esto se ha desmadrado. Es jueves, son las seis de la tarde y la cantidad de gente ya abruma. Con los tickets en mi poder corro (literalmente) al escenario Ray Ban para ver a The Wave Pictures. Y, como de costumbre, no me defraudan en absoluto. Buen sonido, buena actitud y, sobre todo, buenas canciones. Muy buenas canciones. Intercalan grandes clásicos de su repertorio con su nuevo disco (ojito con el nuevo, porque si en las dos primeras escuchas me descolocaron un poco, en el momento actual soy fan irredento). Y de nuevos los ecos de Hefner, de Jonathan Richman y los interludios guitarrísticos tan, tan Television. "Now you´re pregnat", con el batería Jonny al micrófono no tiene precio. Estupendo inicio de un Festival que se me antoja maravilloso.
A continuación llego al escenario Vice. Half foot outside se despiden y hay que estar allí para dar fe de que en directo son una de las más engrasadas máquinas del panorama nacional, y que su canto de cisne, "Heavenly", fue seguramente uno de los mejores discos de indie rock con mayúsculas hechos en este país. De hecho el concierto se basa en este último trabajo, dejando perlitas de sus anteriores discos. Guitarras potentes, ritmos frenéticos y nada de dramas ni tragedias. Un concierto muy divertido, aunque quizás, por momentos, el sonido no les hizo justicia.
De paso hacia el escenario San Miguel, me detengo a ver The XX. Un sonido oscuro, con bajos profundos y teclados agobiantes me recuerdan que el legado de The Cure o Joy Division ha calado ondo en las nuevas generaciones. Sin embargo a estos les veo un punto de impostura que no me convence nada. Quizás les de una nueva oportunidad.
Superchunk arrancan su concierto como dictan los canones del buen power pop. Potencia, velocidad y melodías. La independencia americana de los 90 saldará hoy sus cuentas en Barcelona con dos de sus máximos exponentes. Uno de ellos son estos. La banda de Mac McCoughan suena compacta, muy compacta y la actitud sobre el escenario, tremendamente entregada, no es propia de personas más cercanas a los 50 que a los 30. El indie pop es así. Y Superchunk lo saben. Muy, muy revitalizantes.
Once de la noche. Se acabaron las bromas. La seriedad se apodera del Parc del Forum. Se apagan las luces. El escenario ATP acoge a los músicos de una de las bandas más grandes que ha dado la independencia americana de los últimos 20 años. Tortoise en escena. Los de Chicago desgranan en una hora todo lo que muchos han intentado y muy pocos han logrado. Rock, post-pop, post-rock, jazz, post-jazz. No hay etiquetas. Suenan a ellos mismos. Se reinventan a ellos mismos, creando un nuevo género en cada nota. Intercambiandose instrumentos como quien cambia de camisa, desgranan un verdadero recital, demostrando que el virtuosismo no está reñido con la emoción. Impagables los largos desarrollos instrumentales a dos baterías. Vuelvo (si es que algúna vez dejé de hacerlo) a creer en el post-rock instrumental. Me sigue poniendo pa..te.
Y llega el momento cumbre de la noche. El momento Primavera 2010. En el escenario San Miguel no cabe un alma. Todos aguardan a Pavement. La gente habla, espera, comenta, se impacienta. A mi lado algunos hacen sus conjeturas sobre que canciones sonarán, sobre aquella con la que cerraran, sobre recientes conciertos en París. Y a la una en punto salen al escenario. Lo primero que llama la atención es el aspecto de los americanos. Todos han envejecido de forma apreciable, perdiendo pelo por el camino y ganando peso. Todos menos el señor Malkmus, manteniendo el tipo y con la misma pinta de post-adolescente travieso. Y comienzan con "Cut your hair". Impresionante sonido. Impresionante actitud. Stephen Malkmus cantando como núnca, Bob Nastanovich tan loco como siempre, Mark Ibold con su bajo sonrisa en la boca, Scott Kannberg jugando con las seies cuerdas, y Steve West solvente con las baquetas (como me gusta este tío, siempre he pensado que el sonido Pavement le debe mucho a este barbudo). Desgranan, en más de hora y media, una parte muy importante e influyente de la historia del indie americano. Y por el camino caen "Silent Kit", "Stereo", "Gold soundz", "Shady lane", "Spit on a stranger" (qué emoción), "Range Life". ¿El mejor concierto de mi vida? Pués no lo sé. En el top 5 seguro, seguro. Mi cara de tonto durante el resto de la noche y durante todo el día siguiente me delataría. Hasta que llegó Owen Pallett. Pero eso es otra historia...