viernes, 4 de junio de 2010

PRIMAVERA SOUND 2010.SÁBADO.

La última jornada del festival llego con las pilas a tope. He descansado bien y el día se me antoja espectacular. En el Parc del Forum se dan cita unos cuantos nombres habituales en mi equipo de música en los últimos tiempos. Y el primero de ellos es Bigott . Son las 5 de la tarde y el sol brilla con toda su fuerza. La gente, poco a poco, se va acercando al escenario Vice. Y el bueno de Borja Laudo, acompañado de su guitarra, de su ironía, y de su permanente sentido del humor, desgrana su último trabajo de forma tan eficaz que, por momentos, me parece que supera al disco de estudio. Con una banda de lujo (capitaneados por el maestro Paco Loco) y con una riqueza instrumental que no hace sino mostrar todos y cada uno de los matices (que son muchos) de las composiciones (a ratos cuerdas a ratos locas de remate) del genio aragonés, asisto durante 45 minutos, a una muestra de talento desbordante. Y un final apoteósico con una versión made in Bigott del "Dancing in the dark" de Bruce Springsteen me parece una fantástica forma de acabar un concierto.

A continuación me dirijo al Auditori. Quiero asegurarme un buen sitio para la actuación del gran Van Dyke Parks. Ante mi sorpresa no me encuentro cola y accedo directamente a la platea. Allí me encuentro con Clare and the reasons, una propuesta venida de las Américas con un sentido muy fino y estilizado de la música. Cuerdas, metales, vientos, una guitarra acústica y una voz que transita a caballo entre el jazz vocal más clásico y el folk de tradición yanqui de sangre indie. Con un sonido impecable (el Auditori es así; eso está garantizado) me parece una propuesta más que interesante. A seguir.

Con el apoyo de parte de los músicos de Clare and the reasons sale a escena Van Dyke Parks, leyenda viva de la música norteamericana de los últimos 50 años. Al verlo no puedo dejar de pensar en la tortuosa historia The Beach Boys y Brian Wilson, y, especialmente, en la epopeya que supuso la gestación y (frustrada) grabación del mítico "Smile". Este señor, con pinta de abuelo venerable que cuenta historias al calor del fuego, es el autor de todas las letras del referido album, por lo que, al tenerlo delante de mí, no puedo evitar que se me erice el vello y que me reconforte pensar que voy a disfrutar de su música en directo. Con una cuidada presentación y un formato de cámara, Van Dyke se adentra en las profundidades de sus composiciones (explicando detalladamente su origen, su razón de ser y hasta sus motivaciones) con una temática que va desde los viajes en barco, a la tragedia del Prestige o las relaciones con su mujer. Además hace interesantes paradas en la música tradicional de su país y en el Tin Pan Alley de finales del siglo XIX y principios del XX. Una enciclopedia musical viva. Con continuos agradecimientos a la organización del festival y al público asistente, se despide después de más de una hora, y todos quedamos con la sensación de haber estado presentes en uno de los momentos históricos del Primavera Sound. Gracias a tí, Van Dyke Parks.

Todavía con el buen sabor de boca del concierto anterior la cita ahora está en el escenario Vice. No hay tiempo que perder. Allí tocan The Bundles, un supergrupo surgido de las cavernas del anti-folk americano, con Jeffrey Lewis y Kimya Dawson como principales artífices. La ausencia por motivos personales de esta última resta un poco de interés a la actuación. Aún así, disfruto, sentado en una de las nuevas gradas laterales de este escenario, de un concierto que oscila entre el desorden propio de sus autores y cierta candidez naif.

A continuación otro de los platos fuertes del día. Standstill en el escenario Adidas. Como me gusta esta banda. La gran sorpresa en directo del festival. Con un sonido nítido y claro (aunque algo bajo de volúmen, todo hay que decirlo) hacen estación en su interesante nuevo trabajo, con parada en el impagable "Adelante Bonaparte II", y, sobre todo, en sus grandes canciones (de estas andan sobrados) de sus dos trabajos anteriores en castellano. Destacan sobremanera "1, 2, 3, sol" (increible intensidad) o la emocionante "Feliz en tu día". Muy grandes.

Y llegan las diez de la noche. Grizzly Bear comparecen en el escenario Ray Ban que, cinco minutos antes de la actuación, ya se encuentra abarrotado. Consigo hacerme un hueco y posicionarme en un lugar de lujo. La banda de Brookyn suena genial. Absolutamente genial. Me maravilla como cuatro tíos (sólo cuatro tíos) son capaces de llevar al directo de forma tan solvente, un disco tan cargado de arreglos y matices como "Veckatimest". La banda suena muy seria y muy compacta, consiguiendo un sonido muy psicodélico y acercando, de este modo, las nuevas canciones a las antiguas composiciones. Por el camino alternan pianos, aderezados con guitarras, a veces calmas, otra veces furiosas, detalles de omnichord o guiños folkies por medio del autoharp. Pero, sobre todo, es la sección rítmica lo que da a su directo un nivel superior. Impresionante. Y que decir de los coros. No sólo respetan lo grabado en el disco, sino que van mucho más allá. Todo un señor concierto.

Finalizado el oso me esperan Buitl to Spill en el ATP. Consigo un sitio excepcional en la grada y, nada más llegar, me sorprende que la colocación de los instrumentos y las pruebas pertinentes las hagan los propios músicos. La banda americana no entiende de divismos. Buena señal. Con ciertos problemas de sonido entre canción y canción, la actuación se despliega perezosamente y no veo a Doug Martsch especialmente cómodo. Eso sí, el sonido es espectacular, y la puesta en escena, con tres guitarras, por momentos muy neilyoungdianas (sic), impresiona. Como punto negativo: una sóla parada en su magnífico último disco. ¿Será que al bueno de Doug no le gusta?. Quién sabe, cosas de genios.

Y para acabar con una edición realmente fantástica del Primavera Sound, que mejor que hacerlo con ZA!. "Macumba o muerte" es su último trabajo. Y elijas macumba o elijas muerte puedes prepararte para entrar en una rueda de sensaciones que ván mucho más allá de lo estrictamente musical. El duo no toca música, la vive. Y la vive hasta la extenuación y contagia esa actitud a un público entregado, consiguiendo que la interacción con el mismo forme parte del concierto (algún Manos de Topo podría hablar de esto largo y tendido). Increible. La batería enloquecida, las percusiones africanas, el ruido blanco de la guitarra, las cuerdas rotas, las trompetas desquiciadas, los sonidos guturales mezclados con efectos varios. Todo ello crea una suerte de mantra hipnótico que hace que, por momentos, pierdas la cabeza. Un concierto de ZA! es una experiencia única e irrepetible. No se me ocurre mejor forma de acabar un festival. Menudos locos cariocos.

GRIZZLY BEAR "SOUTHERN POINT"

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