martes, 6 de julio de 2010

EPILÉPTICO. LA ASCENSIÓN DEL GRAN MAL.
Acercarse a "Epiléptico. La Ascensión del Gran Mal" sin protección alguna, puede ser una acción no exenta de riesgo. Y es que uno puede encontrarse ante el peligro real de que le salte a la cara y le arranque algún miembro facial. O, peor aún, que se le cuele por algún orificio y se instale de manera permanente en el cerebro. Y es que la obra maestra del francés David B. produce sensaciones contrapuestas. Duele y sana. Sana y duele. Pero, en todo caso, su lectura es una experiencia absolutamente recomendable, imprescindible, diría yo. Casi 400 páginas con cierto trazo naif y con un acertado dibujo en blanco y negro (que lo emparenta con "Persépolis", otro gran comic del que hablaré proximamente), que consigue plasmar el especial universo que rodea a la narración, haciendo que la realidad establezca, plancha a plancha, una lucha feroz con el mundo onírico de su autor. Y esto no hace sino incrementar las numerosas sensaciones que afloran al sumergirse de lleno en esta novela gráfica. Contada en primera persona por su autor, la obra cuenta con un único e indiscutible protagonista: la epilepsia. Y es que "Epileptico" no es sino la autobiografía de una enfermedad terrible, la del hermano de David B. y la lucha que toda su familia (sus padres, su hermana pequeña y sus dos protagonistas) acomenten para intentar detenerla. Denso y con un sentido del ritmo insuperable, el cómic se desarrolla de forma impecable, sazonando con anecdotas personales y ciertas referencia culturales las páginas del mismo. Una sensibilidad extrema, una peculiar forma de contar un verdadero drama, la impotencia y la frustración como plato único diario, las ganas de acabar con todo, el miedo a vivir, el terror a dejar de hacerlo y, sobre todo, el amor. El amor filial, el amor fraternal, el amor en definitiva. Y como este amor se somete a varias pruebas diarias (tantas como ataques epilépticos tiene Jean-Christophe a lo largo del día), y como a veces resiste, otras veces no tanto, y otras muchas se ahoga en un mar de lagrimas y de dolor inaguantable. Una verdadera obra de arte que hace que el corazón se te encoja y el nudo en la garganta no te permita articular palabra.

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