sábado, 5 de diciembre de 2009

CANELA FINA

Como un postre que te deja un estúpendo sabor de boca después de una memorable comida. Como esos sabores que, sutil pero decidimente, se introducen en tu mente y que tu, conscientemente, permites que se instalen de forma definitiva. Como un beso que andabas buscando mucho mucho tiempo y que recibes con los labios en flor y el corazón en un puño. Como una mañana fresca de diciembre cuyo aire gélido sopla en tu cara y trae tonadas que huelen a libros viejos, a otros más nuevos, a relatos que estremecen, a un Jim Thompson con muy malas pulgas y a antiguos y modernos vinilos que no paran de girar en el plato. Como un regalo envuelto en mil papeles y que, de lejos, no intuyes su contenido, sino que más bien lo adivinas. Como esas canciones que sabes que no has escuchado nunca pero que, en el fondo, sabes que has escuchado toda la vida. Como The Duke and the King...

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