martes, 17 de febrero de 2009

THE SECRET SOCIETY

Pepo Márquez lo ha conseguido. Con un buen abrigo, el equipo perfecto de supervivencia y armado hasta los dientes, ha conseguido alcanzar la plaza codiciada (o no), que ya podía intuirse en su anterior trabajo “Sad boys dance when no one´s dancing” (Acuarela, 2005). Y la plaza no es otra que la realización de uno de los trabajos más sinceros, valientes, arriesgados y cohesionados del último lustro dentro del indie español. Con “I am becoming what I hate the most” (genial título, por cierto, convirtiéndose en uno de los numerosos aciertos del disco) el debate, si es que alguna vez hubo algo parecido con el madrileño, se cierra de forma definitiva. Estamos ante todo un señor disco sin fisuras, sin ranuras, sin nada, absolutamente nada que reprochar. 10 canciones como 10 soles, con letras que, al 50%, se reparten entre el inglés y el castellano, aspecto este que, posiblemente, dé al LP un plus con respecto al anterior trabajo.

Y es que, en mi caso particular (y los que bien me conocen lo saben), cuando hablo de un disco concreto a todas horas y con todo el mundo, el veredicto es meridiano; ya lo tengo inoculado y el virus infeccioso es absolutamente imparable. Y el nuevo disco de The Secret Society está dentro de mí. ¿Folk? ¿Rock? ¿Hardcore? ¿Canción de autor? ¿O quizás la subversión de todos estos estilos? Problamente me decante más por esta última concepción aunque, sinceramente, ¿qué más da?. De la intensidad y la calma de “Liftime compromise”, remitiendo a los momentos más calmos y sensibles del mejor Neil Young, con una letra en castellano que rezuma honestidad por los cuatro costados, pasando por la rabia hardcore de “Lights on don´t mean I´m home” (otro gran título, por cierto), o momentos más calmos como “At home with your daugther”, o el vals cortado por el mejor Leonard Cohen que es “To my mothers”, todas las canciones del disco mantienen una coherencia y una unidad que se agradece. Mención especial merecen cortes como “Life vest ander your seat” (para mí la mejor canción del disco), con sus arpegios calmados , aderezados con una steel guitar sencillamente preciosa, y una melodía de voz muy bonita, cantando una agria letra con base en la rabia (“Ayer amanecí con ganas de cometer el mismo error de los que dicen tener poder”), y un estribillo instrumental estallando en mil colores, con las válvulas del ampli a mil por hora. O “A Picture with fingerprints”, con un estribillo que llevo tarareándo sin parar durante el último mes. O el momento hardcore-folk acústico de “Did you ever feel ridiculously sad?” (de nuevo gran título, un 10 para Pepo también en eso), con esa letra sobre el desequilibrio en la dosis de amor de las relaciones de pareja, cuando uno quiere pero a uno no le quieren tanto, que tantos dolores de cabeza produce. O el cierre memorable de “I see monsters”, con su sincera letra, de nuevo en castellano, sobre el fracaso y sus consecuencias, entre el Elliott Smith más triste y cierto poso post-hardocore en su crescendo final, que me sigue poniendo la piel de gallina. Impresionante.

Y además el disco no dura más de media hora, por lo que se puede convertir en una pildorita que tomar para, rápidamente, sentirse mejor (o quizás peor, dependerá esto de cada caso particular). Grabado en directo y de manera totalmente analógica, los silencios, los ruidos, los momentos bajos, los más altos, los intermedios…Todos ellos dan fe de una inspiración y de un talento que se muestra a lo largo de todo el minutaje del CD. Felicidades Pepo. Felicidades Acuarela. Hacía mucho mucho tiempo que un disco no me emocionaba (en el más amplio sentido de la palabra) de esta manera. Chapeau…

No hay comentarios:

Publicar un comentario