lunes, 12 de enero de 2009

NOAH AND THE WHALE

La recomendación de un amigo, una crítica con elogios en cierta revista especializada y una rápida y torpe escucha en myspace mientras hago otras cosas, y, al instante, tomo, de forma inmediata, la decisión de comprar el disco. A pesar del poco detenido análisis de su música, e incluso, por qué no, la superficialidad aparente del mismo, tengo, desde el primer momento, la sensación y al segundo la certeza de que me va a gustar. Es algo similar a lo que ocurre con ciertas personas, con las que no hace falta cruzar palabra, y a veces ni siquiera conocerlas, para saber que la conexión va a ser muy especial. Y esto ocurrió con Noah and the whale. Debo pertenecer a una especie en vías de extinción, o llamenme romántico si quieren, pero todavía siento cierta emoción al recibir el paquete de manos de mi cartero (-lease sexo femenino en mi caso-) e introducir el CD en el reproductor, y dejarme atrapar por las notas que surgen de los altavoces y esperar. Esperar a arquear las cejas, cerrar los ojos, abrirlos, sonreir, tumbarme, levantarme, volver a tumbarme. Y después de 42 minutos el veredicto es claro y evidente: el grupo londinense me tiene, desde hace un par de semanas, completamente atrapado. Y no hay visos de que me vaya a soltar.

Y es que en Noah and the whale no hay truco, no hay hype, no hay magia barata. Hay, en resumidas cuentas, pop. Pop con mayúsculas. Pop muy bonito y bien hecho. Pop con el que amueblar las habitaciones diáfanas y desangeladas. Pop para llenar el vacío que dejaron en su día The Smiths (palabras mayores), Hefner (jo!, como los echo de menos), The Modern Lovers. Y es que, partiendo del ideario indie, aderezado con unas logradas letras donde salpican a la vez dulce ironía y encanto naif, consiguen con su primer disco grande “Paceful, the World lays me down”, un LP redondo de verdad. Uno de esos trabajos sin fisuras, complejo y con unos arreglos que impiden que pierdas la fe en los discos bien hechos. Guitarras, violines, acordeones, ukeleles, cuerdas de todos los colores, vientos, metales. Y todo ello con un toquecito folkie que hace que, aún hoy, pierda la cabeza por el grupo liderado por Charlie Fink. Como el susodicho dice “maybe I just need a change, maybe I just need a new cologne”. Quizás. Mientras tanto, seguimos a la espera......

1 comentario:

  1. Pues sí, un gran disco de pop, en el mejor sentido del término. De canciones que se digieren con la facilidad de un trago de agua Bezoya (que rima con hipotálamo) sin renunciar por ello al ingenio o la sofisticación.

    Aunque para canciones de romanticismo naif trascendido a base de ironía, me sigo quedano con los "Manos de topo" (más subversivos que trascendentes, por otro lado), que serían algo así como la versión "chanante" de estos ingleses.

    En fin, me voy a pujar por el dico en ebay, con más confianza ahora que no corro el riesgo de que me sobrepujes en el último segundo.

    Nos vemos. Bribón!

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